Presentación del Abordaje Phaedrus

El mismo apunta a habilitar el lenguaje a través de la escritura, utilizando como recurso técnico la computadora o cualquier otro formato que permita su expresión y/o desarrollo.

Esta práctica nace como un proyecto piloto en el año 1997 con profesionales de planta del Hospital C. Tobar García de la Ciudad de Buenos Aires bajo la formación, coordinación y dirección del Lic. Daniel Orlievsky y la Lic. Susana Massun y se formaliza su práctica en año 2012 con dos nombramientos de personal de planta para el desempeño en esta modalidad de abordaje terapéutico en el “Departamento de Rehabilitación Psicosocial” de dicho hospital, en el dispositivo de “Rehabilitación Comunicacional”.

La propuesta del Programa es habilitar el lenguaje a través de la escritura en personas con Condiciones del Especto Autista (CEA) con una edad promedio que ronda entre los 5 y los 17 años y, al momento de iniciar el Programa, no se puedan comunicar por lenguaje de señas o escritura espontánea o cuyo lenguaje sea ecolálico o limitado a muy pocas palabras.

¿En qué consiste la práctica?

Se le ofrece al paciente/alumno el encuentro con la escritura en la espacialidad de un teclado de computadora o tableta que con sus letras a disposición facilita la adquisición de la escritura.

Dos terapeutas brindan, en caso de ser necesario, un modelado motor y acompañamiento emocional. El modelado motor consiste en ayudar  a lograr la coordinación visomotora como así también en ocasiones iniciar la acción, controlar la impulsividad y las perseveraciones.

Para propiciar la escritura privilegiamos sus intereses como por ejemplo tomando aquellos objetos que traen consigo y la información que nos brindan sus cuidadores. También se llevan a la escritura sus frases ecolálicas. Estas palabras así, se unen a una significación, adecuándose al contexto y otorgando un sentido.

Luego, pasamos del copiado de palabras a que pueda reconocer y escribir el nombre de figuras y más tarde a completar oraciones, hasta llegar al nivel de un posible diálogo escrito o una conversación abierta, de ser esto posible.

La frecuencia con la que trabajamos es de por lo menos de una sesión semanal de 30 a 45 minutos. A mayor frecuencia se observan mejores resultados.

Simultáneamente con la escritura se propone la lectura del material producido en esa sesión.

Al inicio del trabajo es el terapeuta quien lee, pero con el tiempo algunos. pacientes van siendo ellos quienes leen lo escrito. Vemos que comienzan a demostrar un interés por el mundo antes inexistente. Comienzan a tener un propósito de “entender” y “darse a entender”, “un querer decir”, para luego de hacer este recorrido, poder inaugurar, en el mejor de los casos, la posibilidad de hablar.

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